Los inmigrantes son mala gente. Vienen a quitarnos el trabajo(como si fuera nuestro), nos quitan a las mujeres y a los hombres(menudo harén debían tener montado algunos antes de que llegara la inmigración), fornican con nuestros vástagos, con nuestros hermanos/as, incluso con nuestros indefensos ascendientes, ajenos a toda verdad, ensuciando el buen nombre familiar: qué deshonra, pardiez*!
Son gente de malas costumbres: les gusta reunirse en grandes grupos para charlar, practicar diversos deportes, compartir alimentos y ahogar las penas en alcohol. No como nuestra querida juventud, dechado de virtudes y de buenas prácticas, cuando organizan esos certámenes basados en los temas que de verdad interesan y trascienden, que definen con el ingenioso nombre de botellón, ironía, símbolo y a la vez metáfora de todas sus travesuras intelectuales, a saber: ponerse hasta el culo de alcohol, cegarse a porros(orientalización del gesto a modo de estudio de los místicos orientales), me pinto una rayita(auténticos estetas, si señor), vamos a partirla(¿el qué?(elipsis demasiado sutil)). ¿Qué es eso de practicar deportes?¿Cómo ensuciar el evento alcohólico con acciones tan soeces? ¿Para que compartir comidas? Cada uno que pague lo suyo y cuidadito con el que gorroneé. ¿Ahogar las penas en alcohol?¿Qué es eso de pena? ¿Es cuando no me me postean en el tuenti durante más de media hora?, perhaps... Venga ese petardo!
Pues si, los inmigrantes, auténticos prehistóricos vamos. Eso si, sólo son inmigrantes los panchitos(hasta ahora creí que llegaban a nuestro país grandes remesas de delicioso maní tostado con sal, y buscaba ansioso mi ración), los negros, los moros y toda esa gente que recibe tan pintorescos nombres. Los que vienen de paises como Alemania, Suecia, Noruega, etc, esos no son inmigrantes, que va, esos son suecos, alemanes, noruegos, que cuando uno se refiere a ellos se siente pequeño y todo. Nada nada, un honor recibir a los de broncíneos cabellos. Lo de los franceses es caso aparte. Son también de broncíneo cabello si, pero hay una dicotomía histórica respecto a ellos: son franceses, pero también son gabachos.¿Qué hacer? Es complejo. Hay personas que al tratar con ellos padecen extrañas convulsiones que comienzan por la cara y se extienden por todo el cuerpo, hasta que su mente es un hervidero de imágenes aleatorias, desde la torre Eiffel hasta los borbones, desde la bastilla hasta Maria Antonieta. Otros son más francos y piensan: Putos gabachos, sacrébleu!.
* Expresión sacada del IX simposio internacional de Snobismo ilustrado. N. del T.
Son gente de malas costumbres: les gusta reunirse en grandes grupos para charlar, practicar diversos deportes, compartir alimentos y ahogar las penas en alcohol. No como nuestra querida juventud, dechado de virtudes y de buenas prácticas, cuando organizan esos certámenes basados en los temas que de verdad interesan y trascienden, que definen con el ingenioso nombre de botellón, ironía, símbolo y a la vez metáfora de todas sus travesuras intelectuales, a saber: ponerse hasta el culo de alcohol, cegarse a porros(orientalización del gesto a modo de estudio de los místicos orientales), me pinto una rayita(auténticos estetas, si señor), vamos a partirla(¿el qué?(elipsis demasiado sutil)). ¿Qué es eso de practicar deportes?¿Cómo ensuciar el evento alcohólico con acciones tan soeces? ¿Para que compartir comidas? Cada uno que pague lo suyo y cuidadito con el que gorroneé. ¿Ahogar las penas en alcohol?¿Qué es eso de pena? ¿Es cuando no me me postean en el tuenti durante más de media hora?, perhaps... Venga ese petardo!
Pues si, los inmigrantes, auténticos prehistóricos vamos. Eso si, sólo son inmigrantes los panchitos(hasta ahora creí que llegaban a nuestro país grandes remesas de delicioso maní tostado con sal, y buscaba ansioso mi ración), los negros, los moros y toda esa gente que recibe tan pintorescos nombres. Los que vienen de paises como Alemania, Suecia, Noruega, etc, esos no son inmigrantes, que va, esos son suecos, alemanes, noruegos, que cuando uno se refiere a ellos se siente pequeño y todo. Nada nada, un honor recibir a los de broncíneos cabellos. Lo de los franceses es caso aparte. Son también de broncíneo cabello si, pero hay una dicotomía histórica respecto a ellos: son franceses, pero también son gabachos.¿Qué hacer? Es complejo. Hay personas que al tratar con ellos padecen extrañas convulsiones que comienzan por la cara y se extienden por todo el cuerpo, hasta que su mente es un hervidero de imágenes aleatorias, desde la torre Eiffel hasta los borbones, desde la bastilla hasta Maria Antonieta. Otros son más francos y piensan: Putos gabachos, sacrébleu!.
* Expresión sacada del IX simposio internacional de Snobismo ilustrado. N. del T.
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