Cuando la banca concedía préstamos hipotecarios a granel, era perfectamente consciente de cuales no podrían ser saldados. Completamente conocedora ( quizás por ser uno de los actores involucrados en la burbuja ) del inflamiento salvaje e incoherente de la vivienda. Absolutamente sabedora de que, más bien temprano que tarde, la burbuja debía romperse de forma insoslayable. Por último, sabían, cuando concedían dichas hipotecas, que en el momento en que todo reventara, el Estado, o mejor, el Gobierno, estaría allí para rescatar a la banca de la hecatombe producida por uno de los mayores fraudes acaecidos en la historia económica de la humanidad. ¿ Cómo no rescatar a los bancos ? Este es el argumento que esgrimen desde sus tronos los tecnócratas. Si los bancos no son rescatados, la economía morirá, por lo tanto, todos (o al menos yo) moriremos. Éste es el mantra que la población ha aprendido a responder con una habilidad que sigue deslumbrando a los loros mejor adiestrados. Pues bien. Yo preferiría, después de haber repetido ya esa frase dentro de mi cabeza hasta la saciedad, salir de ese atasco mental con otra, que podría ser la que sigue. ¿ No resultaría extraño que uno no se salvase a si mismo de cualquier amenaza ? Y por fin, se hace la luz, y esta pregunta me muestra nuevos caminos. Claro que sería extraño (me contesto a mi mismo), tan extraño que no ha sido. Por lo tanto, los gobiernos de este país han rescatado a la banca, por la sencilla razón que se infiere de la pregunta anterior. ¿ O es que acaso, por poner ejemplos, los directivos o altos cargos de grandes bancos tienen perfiles de personas con tendencia al suicidio ? Pues de momento ninguno se ha tirado por la ventana, como antaño lo hicieran en la Gran Manzana, allá por el final de los 'felices' veinte. Entonces por lo menos se tiraban los que debían tirarse, es decir, los que la habían cagado. Pero claro, mucho ha llovido desde entonces, mis queridos amigos, y a día de hoy, se las han apañado para formar una nueva clase social que los aglutina a todos: banqueros, gobernantes, grandes empresarios, etc. Esta nueva clase es la Tecnocracia, o si se quiere, Mafiocracia. Pero este tema debería ser expuesto con más amplitud, cosa que no es ahora objeto. Lo que si diremos es que, por mucho que no podamos ver los hechos que suceden en tan altas esferas, lo que si podemos percibir son los efectos indirectos producidos por tales acciones. El ejemplo más claro salta a la vista: los bancos han sido y siguen siendo rescatados y ningún político ( con poder efectivo al menos ) pone en duda lo más mínimo la necesidad de estas maniobras. Al contrario, las muestran como la única salvación posible. Esto evidencia, despues de salir de los mantras hiper-repetidos en los medios de masas, que banca y gobiernos ocupan un mismo lugar en la sociedad, cuando no mismos espacios en cuerpos físicos. ¡ Si amigos, se trata de las mismas personas ! Si aún no me creen, pregúntenle al actual ministro de Economía y Competitividad, señor Luis de Guindos, para quien trabajaba antes de ocupar su actual cartera ministerial.
¿ Esperan la respuesta ? Entonces no sigan leyendo mis artículos.
Buenas noches y buena suerte.
PD - Si creen ustedes en la suerte, tampoco sigan leyendo mis artículos ... ¡ Es broma !
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