Me parecería bien raro que eso ocurriese. Pero en ninguno de sus sentidos. Básicamente, una re-volución, es cambiar el orden de las cosas, su sentido, sus fundamentos... Y para cambiar las cosas, no hay que cambiar a los demás... No no no... amiguitos y amiguitas, hoy vais a aprender, si es que tenéis valor, a dejar de mentiros a vosotros mism@s, porque ya vale de tanta doble moral, demonio. ¿ Criticamos el capitalismo salvaje y luego no nos tiembla la mano para sostenerlo ?.
Aquí lo que no hay es valor, ni valor ni vergüenza. Aunque sencillamente lo que no hay son ganas. ¿ Cómo va uno a dejar de comprar productos inútiles(sobre todo si vemos el uso que luego se les da) y que lo único que hacen es alimentar más el deseo de comprar nuevos productos más estúpidos e inútiles aún si cabe ?
La población está demasiado atomizada tratando de cumplir religiosamente, en su día a día, el american way of life. Los centros comerciales, que se reproducen como hongos sobre materia zombie muerta, están llenos los fines de semana. Las plazas públicas son meros lugares funcionales de tránsito para el consumo. No existe interés en lo que realmente está ocurriendo. Las manifestaciones no son más que una forma de desahogo, pero nada que conlleve compromiso ni acciones reales. No tenemos la capacidad de organizarnos, porque todas nuestras capacidades creativas han sido cercenadas por la sociedad de consumo, que arranca con el modelo neoliberal y anarco capitalista en los 70's. Sencillamente, con que dejasemos de comprar y consumir el 90% de las cosas que consumimos, por ser éstaas puramente accesorias y por ser las necesidades con cuales justificamos nuestras compras puramente inventadas, todos los tiburones financieros no tendrían agua donde nadar. Lo más fácil, lo más pragmático, es echar la culpa a entidades y personas que de antemano sabemos inaccesibles, es decir, de las que a-priori no esperamos respuesta. Porque sabemos, y esto es lo más triste, pero no menos miserable moralmente hablando, que nosotros si podemos cambiar las cosas, pero eso conllevaría cambiar nuestra forma de vida, y a la población le encanta la ociosidad y el empacho consumista, que le deja a uno apoltronado en los sofás de cualquier cafetería de nueva generación, mirando embobado la pantalla de su smartphone, haber si le contestan en el wasap, con frases insulsas y manteniendo conversaciones estériles sobre lo bien que se lo pasaron la noche anterior luciendo sus hermosos cuerpos sobre dos tacones de aguja y rechazando ofertas indecentes, salvo la de aquel hombre hormonado con aspecto de cocainómano, pero que vestía con marcas de élite, y que además era poseedor de un BMW. Aunque lo que realmente la llevó a acabar bajándose las bragas en la parte trasera de aquel vehículo de alta gama fue el detalle, nada baladí para esta clase de personas, de que nuestro amigo, rata de gimnasio, viviese en Bohadilla del Monte, por ejemplo, o en La Moraleja, si se quiere. Así que lo que en principio iba a ser una noche en la que pasarlo bien con las amigas, acaba siendo lo que en realidad estaba diseñado a-priori: una noche de exhibición, en la cual subirse sobre los tacones más altos posibles, y ponerse las ropas que más erecciones provocasen, para ser la más deseada de la noche, y poder rechazar a todos los 'comeorejas' que se la pegasen como moscas, y así poder ser mejor que las demás, y al final, si alguno de esos zánganos pululantes, esclavos de su propio pene, llegaba a ser, por su apariencia física (ropas de marca, peinado, capacidad adquisitiva,etc), un candidato de alta alcurnia (mejor todavía si salía en algún programa de la telebasura), entonces sería el momento de improvisar, para que no pareciese que no había salido a pasarlo bien con las amigas (aunque yo no se como hay gilipollas que todavía se engañan a si mismos) y de poner excusas, no poco creativas, como que el amor surgió de una noche que que habñia sido planificada para la amistad, pero que la vida hay que aprovecharla, y que por lo tanto, no todos los días se le ofrece a una el mamar una poya bien avalada monetariamente hablando. Si amig@s, esta es la España en la que vivimos, aunque realmente, este es el modelo occidental de vida, que es el modelo hegemónico. Podríamos definirlo, en términos inteligibles para sus practicantes, como el modelo de vida del 'pasarlo bien', del 'la vida son dos días', del 'vivir 'al máximo''... Aunque no se al máximo de que... ¿ será al máximo de mediocridad posible, o de vacío existencial, o de vacuidad moral... ? mmm no se. Quizá se refiera al máximo de patatas fritas con doble de queso, o de cocacola extragrande hiperaguada con doble de carne de mula terminal y encima transgénica ? Pero bueno, hay que indignarse, ¡ hay que protestar por lo de la carne, como buenos consumistas que somos, no hay derecho ! Como dice Max Keiser: ¿ Qué más da lo que contengan nuestros productos bancarios ? Da igual, lo importante es lo que contengan las hamburguesas que nadie nos obliga a consumir pero que nosotros deboramos ávidamente. Lo que ocurra en la economía, eso es cosa de los políticos y de los banqueros, y ellos son los únicos culpables. Después de una buena manisfetación contra los recortes y el capitalismo salvaje, nada mejor que ir de compras a grandes superficies (donde por cierto se venden productos manchados de sangre, desde calcetines hasta diamantes, pasando por tecnología para 'no tontos' ) y para rematar la jornada de protesta, nos metemos una cena en cualquier cadena de comida rápida de mierda. Aún dándose el hecho de que nos parásemos a pensar realmente un poquito, cosa harto improbable, y nos diésemos cuenta de que no tenemos ni la décima parte de hambre de la que realmente decimos sentir, aún así, siempre habría algún genio de estos modernos, un creativo caracterizado por la proactividad indicada en su curriculum, y toda la panda de acólitos que apoyaran la moción, que dirá la ya mítica frase: habrá que cenar algo, ¿ no ?. Y de repente, como un acto mágico, se justifica la obesidad mediante la máscara de un ritual que debe ser ejecutado, por eso de la post-modernidad, o por la justificación snobista que se prefiera, al gusto. Personas que llevan tiempo sin poder verse los dedos de los pies salvo que sea en frente de un espejo, y mientras mueven esos mismos pies por una ciudad más que es abandonada al consumismo salvaje ( que eso es en realidad, y no capitalismo salvaje, como tratan de invertir, autojusticándose), se pasean entre otras personas que no tienen comida porque sencillamente está en los estómagos de otros. Pero para los paseantes, el viaje se convierte incluso en más sugerente, puesto que aunque por fuera hay que mostrar los gestos protocolarios y pactados socialmente (aunque otros se deshiniben y directamente compiten haber quien le acierta al mendigo orinándole en las fosas nasales ), en realidad, por dentro, donde sienten la verdadera seguridad, el verdadero calor alimentado por la madera de sus miserias morales (que mal debe oler hay dentro, aunque ya se sabe que el olor de la mierda propia relaja) y después de un debate dialéctico en la propia conciencia, todo ello mientras por fuera se pasa de largo, o si se mira se hace con pena, pues al final siente uno por dentro un nuevo placer y unas ganas renovadas de continuar la noche. Es el momento : ¡ vamos a tomarnos unas copas en ese garito que ponen música comercial que nos induce a comprar nuevos productos, mientras vemos esos vídeo-clips que nos generan unas necesidades que en la vida se nos hubieran presentado, pero que, acompañadas de un buen whisky con red bull... pues algo habrá que hacer al día siguiente, por eso de hacer más llevadera la resaca ! Esto puede resultar un poco hiperbólico, pero... Salgan a la calle una noche de Madrid en fin de semana... Haber si estoy exagerando en algo.
Damas y caballeros, buenas noches y buenas compras.
La población está demasiado atomizada tratando de cumplir religiosamente, en su día a día, el american way of life. Los centros comerciales, que se reproducen como hongos sobre materia zombie muerta, están llenos los fines de semana. Las plazas públicas son meros lugares funcionales de tránsito para el consumo. No existe interés en lo que realmente está ocurriendo. Las manifestaciones no son más que una forma de desahogo, pero nada que conlleve compromiso ni acciones reales. No tenemos la capacidad de organizarnos, porque todas nuestras capacidades creativas han sido cercenadas por la sociedad de consumo, que arranca con el modelo neoliberal y anarco capitalista en los 70's. Sencillamente, con que dejasemos de comprar y consumir el 90% de las cosas que consumimos, por ser éstaas puramente accesorias y por ser las necesidades con cuales justificamos nuestras compras puramente inventadas, todos los tiburones financieros no tendrían agua donde nadar. Lo más fácil, lo más pragmático, es echar la culpa a entidades y personas que de antemano sabemos inaccesibles, es decir, de las que a-priori no esperamos respuesta. Porque sabemos, y esto es lo más triste, pero no menos miserable moralmente hablando, que nosotros si podemos cambiar las cosas, pero eso conllevaría cambiar nuestra forma de vida, y a la población le encanta la ociosidad y el empacho consumista, que le deja a uno apoltronado en los sofás de cualquier cafetería de nueva generación, mirando embobado la pantalla de su smartphone, haber si le contestan en el wasap, con frases insulsas y manteniendo conversaciones estériles sobre lo bien que se lo pasaron la noche anterior luciendo sus hermosos cuerpos sobre dos tacones de aguja y rechazando ofertas indecentes, salvo la de aquel hombre hormonado con aspecto de cocainómano, pero que vestía con marcas de élite, y que además era poseedor de un BMW. Aunque lo que realmente la llevó a acabar bajándose las bragas en la parte trasera de aquel vehículo de alta gama fue el detalle, nada baladí para esta clase de personas, de que nuestro amigo, rata de gimnasio, viviese en Bohadilla del Monte, por ejemplo, o en La Moraleja, si se quiere. Así que lo que en principio iba a ser una noche en la que pasarlo bien con las amigas, acaba siendo lo que en realidad estaba diseñado a-priori: una noche de exhibición, en la cual subirse sobre los tacones más altos posibles, y ponerse las ropas que más erecciones provocasen, para ser la más deseada de la noche, y poder rechazar a todos los 'comeorejas' que se la pegasen como moscas, y así poder ser mejor que las demás, y al final, si alguno de esos zánganos pululantes, esclavos de su propio pene, llegaba a ser, por su apariencia física (ropas de marca, peinado, capacidad adquisitiva,etc), un candidato de alta alcurnia (mejor todavía si salía en algún programa de la telebasura), entonces sería el momento de improvisar, para que no pareciese que no había salido a pasarlo bien con las amigas (aunque yo no se como hay gilipollas que todavía se engañan a si mismos) y de poner excusas, no poco creativas, como que el amor surgió de una noche que que habñia sido planificada para la amistad, pero que la vida hay que aprovecharla, y que por lo tanto, no todos los días se le ofrece a una el mamar una poya bien avalada monetariamente hablando. Si amig@s, esta es la España en la que vivimos, aunque realmente, este es el modelo occidental de vida, que es el modelo hegemónico. Podríamos definirlo, en términos inteligibles para sus practicantes, como el modelo de vida del 'pasarlo bien', del 'la vida son dos días', del 'vivir 'al máximo''... Aunque no se al máximo de que... ¿ será al máximo de mediocridad posible, o de vacío existencial, o de vacuidad moral... ? mmm no se. Quizá se refiera al máximo de patatas fritas con doble de queso, o de cocacola extragrande hiperaguada con doble de carne de mula terminal y encima transgénica ? Pero bueno, hay que indignarse, ¡ hay que protestar por lo de la carne, como buenos consumistas que somos, no hay derecho ! Como dice Max Keiser: ¿ Qué más da lo que contengan nuestros productos bancarios ? Da igual, lo importante es lo que contengan las hamburguesas que nadie nos obliga a consumir pero que nosotros deboramos ávidamente. Lo que ocurra en la economía, eso es cosa de los políticos y de los banqueros, y ellos son los únicos culpables. Después de una buena manisfetación contra los recortes y el capitalismo salvaje, nada mejor que ir de compras a grandes superficies (donde por cierto se venden productos manchados de sangre, desde calcetines hasta diamantes, pasando por tecnología para 'no tontos' ) y para rematar la jornada de protesta, nos metemos una cena en cualquier cadena de comida rápida de mierda. Aún dándose el hecho de que nos parásemos a pensar realmente un poquito, cosa harto improbable, y nos diésemos cuenta de que no tenemos ni la décima parte de hambre de la que realmente decimos sentir, aún así, siempre habría algún genio de estos modernos, un creativo caracterizado por la proactividad indicada en su curriculum, y toda la panda de acólitos que apoyaran la moción, que dirá la ya mítica frase: habrá que cenar algo, ¿ no ?. Y de repente, como un acto mágico, se justifica la obesidad mediante la máscara de un ritual que debe ser ejecutado, por eso de la post-modernidad, o por la justificación snobista que se prefiera, al gusto. Personas que llevan tiempo sin poder verse los dedos de los pies salvo que sea en frente de un espejo, y mientras mueven esos mismos pies por una ciudad más que es abandonada al consumismo salvaje ( que eso es en realidad, y no capitalismo salvaje, como tratan de invertir, autojusticándose), se pasean entre otras personas que no tienen comida porque sencillamente está en los estómagos de otros. Pero para los paseantes, el viaje se convierte incluso en más sugerente, puesto que aunque por fuera hay que mostrar los gestos protocolarios y pactados socialmente (aunque otros se deshiniben y directamente compiten haber quien le acierta al mendigo orinándole en las fosas nasales ), en realidad, por dentro, donde sienten la verdadera seguridad, el verdadero calor alimentado por la madera de sus miserias morales (que mal debe oler hay dentro, aunque ya se sabe que el olor de la mierda propia relaja) y después de un debate dialéctico en la propia conciencia, todo ello mientras por fuera se pasa de largo, o si se mira se hace con pena, pues al final siente uno por dentro un nuevo placer y unas ganas renovadas de continuar la noche. Es el momento : ¡ vamos a tomarnos unas copas en ese garito que ponen música comercial que nos induce a comprar nuevos productos, mientras vemos esos vídeo-clips que nos generan unas necesidades que en la vida se nos hubieran presentado, pero que, acompañadas de un buen whisky con red bull... pues algo habrá que hacer al día siguiente, por eso de hacer más llevadera la resaca ! Esto puede resultar un poco hiperbólico, pero... Salgan a la calle una noche de Madrid en fin de semana... Haber si estoy exagerando en algo.
Damas y caballeros, buenas noches y buenas compras.
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